martes, 29 de agosto de 2017

Gracia


Merecemos nada, necesitamos todo (de ti). Y fue oximoron entenderlo, porque me es palpable la vileza de mi condición y la gloria de tu favor.
¿Qué te diré? Porque soy un embrollo de incertidumbres con querer, de nudos sin final, de vacíos negros, de semáforos en naranjado, de melodías fuera de lugar, de tierra seca, de herida abierta, de guerra perdida, de persona extraña, de flor marchita, y de miedo.
A mil estrellas estás tú, que me ahogas con ola tras ola, gracia sobre gracia. Ni modo, soy orilla que abrazas...

—Isnelda Sayas.

viernes, 4 de agosto de 2017

¡Cuánto gozo!

¡Cuánto gozo en cascada de lágrimas!
Bella fortaleza de vida, de bienaventuranza.
Dulce presencia que pone conmoción de espíritu a tan abatido corazón. Que hace temblar las razones de la mente, y las derriba.
Irresistible el ahogarse en ella, imposible el abrazarla toda, inalcanzable entendimiento de ella.
Increíble imaginación, nunca has soñado lugar mejor, nunca serán reales tus mundos y nunca entenderás aquella presencia.
Es real ¡Cuánto gozo! Es otra cosa, cosa de Dios, sin mudanza ni sombra de variación.
Estas letras no logran formarse dignas ante ella.

—Isnelda Sayas.

jueves, 3 de agosto de 2017

No tiene

No tiene que estar nublado y frío para recordarte, ni lluvioso y lleno de soledad para sentirte.
Creo que la belleza también habita entre los rayos del sol que me hacen cerrar los ojos poniéndolos más chinos.
O en las flores que hacen juego con las nubes blancas y cambiantes del bello azul.
No, no tiene que ser de noche para que tú brillo me alumbre el corazón.
La claridad también me es memoria latente de tu alma, y el calor punzada de tus brazos.
Tampoco tiene que haber silencio para escuchar tu voz, el ruido no opaca tu hablar ni tu risa allá donde estás.
No tiene que estar en calma para anhelar tu presencia, la brisa que revoletea mi cabello con impetuosa fuerza pone en mi memoria aquella persona arrolladora que eres.
El mar no tiene que estar dormido ni las mariposas en un árbol.
Para amarte, no tiene.

—Isnelda Sayas.

Noche

Suelo sincerarme en las noches porque se ha ido el ruido, así es más fácil escucharme el alma clamar por Dios, ¿No te ha pasado? que puedes oír los sueños por cumplir latiendo dentro de ti.
Y respiro más profundo, más calmada, respiro la vida de la noche, los pensamientos de que en algún lugar, pero en mí, estás.
A veces, sin embargo, la oscuridad me llena de temor por las sombras que se ocultan bajo la cama o en la pesadilla, me pregunto, ¿Vendrías, me iluminarías, me cantarías y disiparías la pesadilla?
Algunas noches me traen cielos estrellados, y no te miento, me pierdo, contando cada punto del firmamento, ¡Ven! ¡Contemos! ¡Brillemos! ¡Sé mi estrella en la noche somnolienta!
La noche fría como siempre, me da motivos para quererte, en mis brazos tenerte, siempre.
Y si un día  te preguntan qué amé yo, dí que la noche, pero aún más la noche de tus ojos, y sin duda la noche que viniste a mi ventana, y las noches que nos faltan.

—Isnelda Sayas.